sábado, 7 de marzo de 2009

Km 267

Oscuridad. El instante de mayor placidez, entre el dolor y la muerte. Supuse siempre que así acabaría todo el mundo, en calma, en tranquilidad, mientras la vida se apaga poco a poco y un fugaz torrente de recuerdos, mal iluminados, nos asola la mente. Ya no nos importa que nos marchemos y nos dejemos cosas sin acabar, solo queda sonreír ante el nuevo designio, y sentir esa oscuridad tan dulce y calida que nos aleja de todo mal, como la que acariciamos antes de dormir. Y finalmente, dejar de existir.
En las calles no había transeúntes. Las aceras estaban mojadas. El silencio lo dominaba todo y la luz de las farolas era muy tenue, casi extinta. La brisa helada acariciaba ruidosamente los carteles mal iluminados de las calles, algunos parpadeantes, y otros muertos ya a pedradas.
Volvía a cerrar los ojos y recorría de nuevo la ciudad. Volaba sobre ella, junto a las nubes que ya habían descargado su tormenta, desde la pequeña ventana de aquel sucio motel. Una y otra vez respiraba el mismo olor a tierra mojada, y me encantaba; pero era tarde. Aún tenía por delante un largo camino, y un pequeño coche con el que recorrerlo. La vida no había dejado de torturarme desde que prácticamente nací. Y no cesaba de pensar todas las noches, antes de dormir, en el largo camino que había podido recorrer desde que mi vida acabó para siempre en el lugar que había sido mi hogar. Solo quería comenzar de nuevo, en algún lugar donde mis recuerdos no pudieran alcanzarme; y así poder olvidar, un pasado que ha huido, el presente en el que vivo, y el futuro que una vez pensé que tendría. Ahora yo sola era la dueña de mi destino, la que lo decidía todo, pues ya no había nadie a quien preguntar ni a quien seguir… ya no había nadie por quien mirar en mi vida, salvo mi pequeño coche, que aún me seguía fiel, desde el día en que llegué a este nuevo continente y lo compré.
Cerré la ventana, y me senté sobre la cama de matrimonio sin apartar las colchas, de un rosa pastel anticuado. La habitación no era gran cosa, pero era lo que en ese momento necesitaba para descansar. Sería una de las pocas noches en las que no reviviría mi lejano recuerdo, y en la que tal vez tuviera pesadillas, pero que no recordaría al despertar. El sol de la mañana sería el que lo decidiera. Por ahora, yo solo me limitaba reflexionar sobre lo mismo de todas las noches, y a esperar dulcemente, a que el nuevo día me llevara a otro lugar diferente donde volver a comenzar.

5 comentarios:

  1. Esta muy bien escrito, te quedo bonito (:. Besos !

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  2. La historia es muy reflexiba y profundo, todo eso y más hace que sea una maravillosa historia =)
    Besos

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  3. No se por que al final de la historia tenia ganas de llorar y eso que no es una historia especialmente triste, pero me ha parecido tan profunda que llega dentro dentro
    Genial besazos!!

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  4. HERMOSO. No hay otra palabra tu blog es mui lindo aparte. Te fuiste de casA?
    Mira yo JUSTO el sabado q fue el dia en el q se baso mi ultima entrada fue cuando decidi escribir sobre el olor de la tierra mojada.
    Es penoso para mi sentirlo pero me gusta :)
    Segui escribiendo , yo ya no se si voi a poder escribir, Voy a tratar :/
    Nos comentamos luego :)
    Adew

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  5. Igual es HERMOSO como ya dije ^^
    Espero q no t escapes de casa nunca u.u
    Por q despues no sabes a donde ir :/
    Un beso muchisimas gracia spor pasar :)

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Dejaron sus huellas